La colina sobre la que se asientan los restos de estructuras monumentales tienen una fisonomía muy diferente a la del resto del santuario desde el punto de vista de la planificación. En términos generales, sobre la superficie de la roca gris, limpia, sin depósitos edáficos de consideración, se plantea un conjunto monumental de consideración en el tránsito de los siglos III al II a.C. Es cuando se crea el templo, el temenos y el conjunto de terrazas en el frente meridional, un enorme monumento que da al Santuario un fisonomía netamente grecoitálica, adaptándose todo el conjunto a la topografía del terreno.
Bajo la plataforma superior en la que se asentaba el templo encontramos la primera terraza, área que corresponde a la franja de terreno que recorre de Este a Oeste la zona inmediata inferior al muro que delimita el temenos y que limita al sur con otro muro, paralelo al primero y de carácter ciclópeo de más de 20 metros de longitud. Inmediatamente por encima de esta y separadas por un grueso muro de 70 cm de espesor se encuentra la segunda terraza, el temenos del Santuario, sobre la cual se erige el templo del santuario de la luz, y en el centro de la cual se encuentra la gran fosa para las ofrendas.
Entre ambos paramentos queda un espacio o corredor horizontal de unos cuatro metros de anchura . Es la terraza correspondiente al deambulatorio principal que circunvala al monte sagrado y que corona el templo por sus vertientes septentrional, occidental y meridional con accesos a la parte superior por el este y el oeste correspondientes a los sectores anterior y posterior del templo. Esta terraza está reforzada en su parte central por una torre semicircular. Es muy probable que en cada uno de los extremos de la terraza puedan aparecer sendas torres flanqueando esta central ya documentada.
Estas estructuras, en concreto las correspondientes a la primera terraza se encuentran muy alteradas por las sucesivas excavaciones y remociones de tierra de los que ha sido objeto la zona desde la destrucción del santuario. Durante el siglo XVIII, la ladera del cerro fue remodelada para conseguir terrazas de cultivo mediante muros de contención hechos con piedra en seco, el sistema denominado pedrizas. Estas pedrizas se superpone a los dos muros que delimitaban la primera terraza. Es muy posible, que en la parte inferior del cerro, donde se documenta otro muro de abancalamiento de siglo XVIII, oculte bajo su moderna estructura de piedra en seco una tercera terraza del templo, que al igual que la segunda, habría sido readaptada durante este siglo como bancal de olivos y cereal.
La sucesión de terrazas escalonadas, en las que todo el complejo fue estructurado con una serie de plataformas articuladas entre si y en las que un conjunto de caminos enlazan y hacen accesibles, de modo que rodean la colina y relacionan los accesos occidental y oriental a modo de caminos procesionales al recinto sagrado. El valor procesional, ritual, litúrgico y cosmogónico de estos caminos deambulatorios y su vinculación a los rituales clásico parece cuestión evidente.Su laboriosa construcción queda de manifiesto con los trabajos de mampostería y de tallado de la roca en diversos sectores de su complejo y equilibrado trazado.
Las terrazas del Santuario de la Luz, además de su funcionalidad y de su carácter escenográfico que prestan al frente meridional del cerro, el más accesibe y el que se observa desde el área más amplia del Santuario ibérico, tienen otra carácter eminentemente práctico, aunque sea desde el punto de vista litúrgico: las terrazas son una parte de los senderos o caminos deambulatorios que circunvalan la colina y así permiten el acceso procesional al recinto sagrado del témenos sin pendientes sensibles.
Se ha podido comprobar la existencia de al menos dos caminos, de trazado aproximadamente concéntrico y elipsoidal que rodean la colina y que, en su día, fueron cuidadosamente allanadas de modo que aún conservan, pese a la erosión, las marcas de alisado y las entalladuras para hacer el camino a base de cincel en la irregular roca calcárea de la ladera.
Uno de estos caminos sale de la terraza superior con dirección Oeste y, tras rodear la colina en sentido horizontal, accede por el flanco Norte al naos del templo por medio de unos peldaños de mampostería.
Otro camino perimetral, más largo, es que procede de la segunda terraza, en la que se ha documentado, de momento, una torre de planta semicircular adosada al muro que delimita el témenos de este a oeste; desciende suavemente el declive por la falda de la colina por la ladera Oeste, con marcadas entalladuras y reservorios para agua a lo largo de su itinerario. Gira suavemente hacia el Norte, por donde atraviesa un estrecho paso de rectificación antrópica, al parecer tallado en el plan general del sector, remonta la breve pendiente hasta los peldaños de mampostería a que ya hemos hecho referencia en el itinerario anterior. En este último sector rocoso, que en su momento fue tallado para hacer recto el camino, se cincelaron en la caliza una especie de bancos escalonados, de los que la parte conservada puede tener una capacidad de unos veinte o treinta asientos.
A lo largo del trazado hay marcas claras de que estos itinerarios estuvieron en su día extremadamente cuidados, tallados en la roca cuando procedía rebajarla o añadiendo mampuesto, cemento o piedra trabada con barro donde interesaba salvar oquedades y así poder regularizar el firme.
Igualmente significativas son los vestigios de pequeñas balsas o reservorios tallados en la roca, al borde mismo de los caminos deambulatorios que permiten ponerlos en relación con bebederos o reservorios lustrales, vinculados posiblemente con las ceremonias procesionales. Por otra parte tenemos el hallazgo de fragmentos de opus caementicus que bien podrían haber pertenecido a tinas lustrales y la presencia a pocas decenas de metros de los manantiales que surgen aún actualmente en el Eremitorio de la Luz.
Fuente: http://www.um.es/cepoat/laluz/
Fuente: http://www.um.es/cepoat/laluz/
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