domingo, 26 de octubre de 2014

El santuario de La Luz



Del siglo XVIII datan las primeras noticias sobre el Santuario de la Luz, referencias expuestas por el Canónigo Lozano en su Contestania y Bastetania del Reyno de Murcia obra en la que mencionaba los interesantes restos de estructuras y materiales en el área Verdolay - La Luz.

El hallazgo de numerosos exvotos en bronce por los monjes el Cercano Convento de la Luz, la posterior venta de estos el Museo Arqueológico de Barcelona y el posterior estudio de estos por parte de Bosch Gimpera, motivaron el inicio de las primeras campañas de excavaciones en el yacimiento por parte de Mergelina Luna. Tras estos primeros trabajos, continuaron otros muchos que tuvieron a los exvotos en bronce su principal referencia; el propio Bosch Gimpera, Álvarez Ossorio, Fernández Avilés o Jorge Aragoneses fueron algunos de los investigadores que publicaron sobre los exvotos de la Luz.

Las investigaciones en el Santuario de la Luz se iniciaron en la década de los 20, impulsados por los hallazgos en el Cerro de los Santos y por las primeras campañas de excavaciones en el Santuario ibérico de Los Jardines de Santa Elena (Jaen), en Sierra Morena. Tras las excavaciones de Mergelina Luna en el Santuario de la Luz durante estos años, se produjo un amplio parón en las actividades arqueológicas hasta el año 1990, año en el que la Universidad de Murcia reemprendió las campañas de excavaciones en el Santuario bajo la dirección del Dr. Pedro A. Lillo que contó durante todos estos años con la colaboración de numerosos estudiantes de arqueología de la Universidad de Murcia.

La continuación de las excavaciones en la Luz tras este prolongado parón se debió se produjo con una triple intencionalidad: la formación en métodos y técnicas de excavación arqueológica y de dibujo de campo de los alumnos de la Universidad de Murcia, la consecución de un proyecto sistemático de investigación sobre un Santuario ibérico su contexto, y por último, el propósito de integración en el contexto general del Parque Natural de El Valle - La Fuensanta de este yacimiento.

Las intervenciones realizadas en este importante yacimiento panibérico sacaron a la luz los restos de una estructura de un templo y su temenos, de inspiración greco-itálica, construido en el tránsito de los ss III al II a.C, en los años inmediatos posteriores a la ocupación romana de toda la zona.

El lugar elegido para su ubicación habría sido en lo alto de la colina que presidía el Santuario ibérico, una pequeña cima rocosa a 17 metros sobre el área de santuario y en la que en épocas posteriores sólo debió haber un pequeño altar hecho como simple montículo de piedras trabadas con barro pero con un gran valor cultual. Desde los primeros momentos de existencia, hasta su destrucción, unos cincuenta años después de la construcción del templo, parece pervivir un culto asociado a las divinidades Démeter-Perséfone, en torno al ciclo anual de la fertilidad cultual.

El templo y su entorno inmediato (el temenos, las terrazas y los caminos deambulatorios), representan el último capítulo de la dilatada existencia de un importante centro de devoción en época ibérica, claramente vinculado en un principio a los influjos de las corrientes mediterráneas.

Las excavaciones arqueológicas en el Santuario, el estudio de su entorno más inmediato y de los materiales hallados han generado una importante bibliografía publicada en revistas especializadas, además de haberse diseñado una página web sobre este importante edificio cultual y que se ha convertido en uno de los principales referentes de la arqueológica ibérica en la red.



                         Maqueta del posible aspecto del complejo templar de La Luz.




El santuario ibérico de La Luz se enmarca dentro de los llamados santuarios supraterritoriales (Moneo, 2003), el tipo de santuario ibérico de mayor importancia por controlar un amplio territorio que abarca diversos oppida. 

Este tipo de santuarios ibéricos se ha documentado por ahora exclusivamente en la Alta Andalucía y el Sureste: en el Collado de los Jardines, La Luz, La Encarnación y Cerro de los Santos. 

Ocupan una posición estratégica en desfiladeros, como el Collado de los Jardines, en lugares elevados, como La Luz y La Encarnación, o sobre montículos destacados en el entorno, como el Cerro de los Santos. Pueden aparecer aislados, como este último, o vinculados a importantes poblados ibéricos, como La Luz con Santa Catalina del Monte, o La Encarnación con Los Villares. 

Estos santuarios siempre están asociados a zonas boscosas, cursos de agua, manantiales o afloramientos de aguas salinas o sulfurosas, y controlan caminos ganaderos en proximidad de importantes vías de comunicación de época republicana (Moneo, 2003). Además, parecen estar emplazados en zonas fronterizas de las antiguas regiones o etnias del mundo ibérico (Ruiz, Molinos, 1993), según las fuentes escritas, Collado de los Jardines al Sur de Oretania, La Encarnación en la frontera Este de Bastetania, y La Luz y el Cerro de los Santos en el Sur y Norte de la Contestania respectivamente.

El santuario de La Luz está localizado en El Verdolay, a 6 km. de la ciudad de Murcia, ocupando la vertiente Norte de la Sierra de la Cresta del Gallo, emplazado a 190 m.s.n.m en la cima de un cabezo, permitiendo el control sobre el valle del Segura, y próximo al poblado ibérico de Santa Catalina del Monte, emplazado a menos de 1 km., y su necrópolis, el Cabecico del Tesoro.


El complejo sacro ocupa más de 500 m2, constituido por dos colinas (Llano del Olivar, al Oeste y el Salent, al Este) separadas por un barranco, encontrándose en sus proximidades pequeñas surgencias de agua. En la vertiente Norte del Llano del Olivar, se documenta una construcción formada por varios recintos de planta cuadrangular o rectangular, de dimensiones no superiores a 4 metros de lado en ninguno de los compartimentos, salvo en el más suroriental que mide 2 por 6 m. Se han identificado hasta tres núcleos, separados por estrechos espacios entre los muros (Lillo, 1999a).

El área sureste del Llano del Olivar es mejor conocida, documentándose en ella un conjunto de estructuras delimitadas por un sólido muro que funcionaría a modo de temenos. 


                              Vista frontal del templo in antis de La Luz, según P. Lillo Carpio



Se han observado dos fases, la más antigua de finales del s. V a.C., cuando se aplanó el terreno y se alzaron varios recintos, con piedras y barro, que formarían distintas áreas con posibles altares y tenían pavimentos de tierra amarilla o rojiza, junto con cenizas apisonadas, procedentes de ceremonias sagradas. Los materiales de esta fase incluyen fragmentos de cerámica ática de figuras rojas, ánforas, cerámicas ibéricas, en su mayoría pequeños cuencos, páteras y vasos caliciformes.

En la segunda fase (s. III-II a.C.) se documenta una reestructuración. Para ello se llevarían a cabo ritos de purificación del suelo con almagra traída posiblemente de la Cueva Colorada, sita a 3 km. La parte superior de las estructuras anteriores fue reutilizada para construir nuevos recintos de menor entidad, realizados con zócalos y con tapial, de planta rectangular, y pavimentados con tierra roja con estructuras tumulares escalonadas que se han interpretado como aras sacrificiales. En torno a estas estructuras se hallaron, cubiertos por una capa de cenizas y tierra, restos de ofrendas, inhumaciones de lechones completos y osamentas de suidos adultos con señales de haber sido cocinados y consumidos, cornamentas de ciervos, huesos de paloma o tórtola, colmillos de jabalí, exvotos de bronce, adornos personales y pequeños cuchillos votivos de forma afalcatada (Lillo, 1999a). En los espacios identificados como thesauroi, se hallaron también gran cantidad de exvotos de bronce, que aparecieron mutilados intencionadamente siguiendo un ritual, boca abajo y con signos de haber estado envueltos por algún tipo de tela.

Esta segunda fase correspondería al momento de más auge del santuario. Este era un temenos con diferentes espacios y recintos cerrados con su correspondiente patio con altar en su interior, que quedarían vinculados a los diferentes grupos o fatrías (Lillo, 1999a).

En cuanto a la colina del Salent, zona más elevada del conjunto, se documentan 3 fases de uso que irían del s. VI a fines del II a.C., momento en que el conjunto sacro fue desmantelado y destruido. A la fase más antigua parece corresponder una antigua oquedad cárstica en cuyo interior se hallaron huesos largos de bóvidos y ovicápridos que se han relacionado con los ritos posteriores al sacrificio (Lillo, 1993). En las proximidades de esta cavidad se encontraron vasos protocorintios y un fragmento de cerámica jonia del siglo VI a.C.

En la segunda fase, fechada en el tránsito del s. V al IV a.C., se documenta una construcción junto a la oquedad anterior, en la que se halló un kylix ático de figuras rojas y restos de ánforas ibéricas (Lillo, 1995). Otros materiales de esta fase son restos de cerámicas ibéricas, vasos caliciformes, páteras, platos y restos óseos de animales.

En la tercera fase, datada en el tránsito del s. III al II a.C., corresponde a la construcción de un gran complejo monumental, un templo con terrazas escalonadas unidas con rampas que irían del templo al área de los recintos anexos. También se documenta un graderío y una amplia explanada (Lillo, 1995). La segunda terraza, la central, ofrece una anchura de 4 m. y al menos dos torres macizas semicirculares adosadas que cumplirían una función arquitectónica y defensiva (Lillo, 1999a). Bajando por la ladera Oeste aparecen balsas de agua que se han relacionado con ritos lustrales y de purificación, y hacia el Norte se localizan una serie de bancos y unas escaleras en mampostería que darían acceso a la terraza superior, donde se localiza el templo. Esta terraza ofrece una anchura de unos 6,50 m. En su parte más occidental y elevada se localiza el templo y, en el Sur, una fosa rectangular tallada en la roca con aparejo de sillarejo en caliza, identificada como una fosa de ofrendas. Al Este, a nivel más bajo, había un taller metalúrgico, a juzgar por los restos de ceniza, moldes, goterones de bronce y plomo y exvotos inacabados. 
En la parte más elevada de la colina también aparecieron cuatro grandes piedras trabajadas de caliza negra a las que se ha atribuido un carácter betílico o mágico (Lillo, 1993).



                                             Terraza Norte del complejo de La Luz




El templo sería in antis de planta rectangular de 4 por 2 metros en el perímetro interior y de 6,5 por 4,5 m. el exterior. Los muros de la cella median 44 cm de ancho, igual que el diámetro de las columnas. La cella tenía unas dimensiones de 2,10 por 2,50 m. y un pavimento de opus signinum (Lillo, 1995).




Frente a la fachada del templo se situaría un altar escalonado, del que formarían parte diversos fragmentos de calcarenita con motivos de volutas y otros con señales de larga exposición al fuego. También aparecieron dos columnas de arenisca roja con capitel toscano y la parte superior de una columna de calcarenita roja con capitel toscano y señales de fuego reiterado, que se ha interpretado como un ara sacrificial (Lillo, 1999a).


                                       Estructura rectangular correspondiente al templo propiamente dicho


También apareció una cabeza femenina de mármol blanco con corona en forma de nudo de Hércules, polos cubierto con himation, y ojos de pasta vítrea. Apareció golpeada intencionalmente y estaría situada sobre un pedestal. Se ha identificado con Deméter, diosa titular del santuario y se supone que estaría situada en el Thelesterion (Lillo, 1995).









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